Si
comparamos el cuadro de Van Eyck El
matrimonio Arnolfini con Las Meninas de Velázquez (Imagen 95) podemos observar la siguiente transformación:
en el primero el pintor aparece en el reflejo del espejo convexo del fondo. También
aparece el espacio deformado y duplicado de la imagen protagonista del cuadro.
Van Eyck nos muestra la realidad que está mirando, el observador se encuentra
en el lugar del pintor. El interés del cuadro está en la escena que representa.
Hay una serie de elementos en el cuadro que lo dotan de una suerte de valor
documental, situados todos ellos en el centro y en relación al espejo: el
reflejo del pintor y el sacerdote, y la firma del pintor con la leyenda que revela
que el pintor estuvo allí: “Johannes de Eyck fuit hic 1434" (Imagen 96).
Actúan como notarios de un acontecimiento real. En las Meninas vemos como si lo
representado fuera el propio espejo del cuadro de Van Eyck, con la salvedad de
que el artista aparece pintando el cuadro.
Velázquez nos muestra su propia mirada y el cuadro que está
pintando, que no vemos, nos podría
representar a nosotros mismos tanto como al rey Felipe IV y su esposa Mariana,
que se reflejan en el espejo del fondo.
Los espejos en ambos cuadros definen la posición del observador, en Van
Eyck coincide con la posición del pintor y en las Meninas se opone a la posición
de éste, el observador se convierte en modelo. El interés está ahora en el
propio acto subjetivo de pintar, en
la representación a través de sus
elementos: el modelo, el pintor y el observador. Vemos como en ambos cuadros se
invierte la posición de los elementos, en el cuadro de Van Eyck el espejo
refleja al pintor, aquí a los posibles protagonistas del cuadro que no podemos
ver.
Imagen 95 Las Meninas 1656
Imagen 96 detalle Matrimonio Arnolfini 1434
En Las Meninas se aprecian
múltiples miradas dentro del cuadro, unas se dirigen fuera del cuadro, hacia el modelo-observador,
y otras miradas relacionan a los personajes de la escena. Hay dos planos
diferentes de observación, los del propio mundo de la representación y los
dirigidos a una ausencia, el modelo que se encuentra delante y no se ve, que a
su vez mira al cuadro. ”Ninguna mirada es estable o, mejor dicho, en el surco
neutro de la mirada que traspasa perpendicularmente la tela, el sujeto y el
objeto, el espectador y el modelo cambian su papel hasta el infinito (…)
Nos vemos vistos por el pintor,
hechos visibles a sus ojos por la misma luz que nos hace verlo. Y en el momento
en que vamos a apresarnos transcritos por su mano, como en un espejo, no
podemos ver de éste más que el revés mate. El otro lado de una psique.”
(Foucault ).
“Quizá haya, en este cuadro de
Velázquez, una representación de la representación clásica y la definición del espacio que ella abre. En
efecto, intenta representar todos sus elementos, con sus imágenes, las miradas
a las que se ofrece, los rostros que hace visibles, los gestos que la hacen
nacer. Pero allí, en esta dispersión que aquélla recoge y despliega en conjunto,
se señala imperiosamente, por doquier, un vacío esencial: la desaparición
necesaria de lo que la fundamenta -de aquel a quien se asemeja y de aquel a
cuyos ojos no es sino semejanza. Este sujeto mismo -que es el mismo- ha sido
suprimido. Y libre al fin de esta relación que la encadenaba, la representación
puede darse como pura representación”. (Foucault).
Y hoy en día ¿que estaría
pasando? ¿Cómo estarían situados los tres elementos: el objeto real, el plano
de representación y el punto de proyección u ojo?
Hannah Arendt en su libro La condición humana trata de la
relación del pensamiento de Descartes con la invención del telescopio de
Galileo, que a su vez configuró el pensamiento científico moderno. Con el
surgimiento del telescopio una hipótesis se podría verificar gracias a un
instrumento fabricado por el hombre, instrumento que proporciona mayor certeza
que los sentidos, curiosamente haciendo uso de las mismas lentes que los
pintores flamencos. La iglesia católica pronto fue consciente del peligro que
suponía, ya que no se trataba de una especulación e imaginación filosófica y
científica indemostrable, basada en ideas (como en el caso de Copérnico), sino que se trataba de un hecho real.
La reacción filosófica posterior fue pesimista y trajo consigo la
duda cartesiana. Se vio que los sentidos pueden no ser certeros al mostrarnos
la realidad. Los sentidos nos pueden traicionar y, lo más importante, también
nuestro razonamiento. La existencia de la verdad se puso en cuestionamiento. Lo
único certero es el proceso de duda en la conciencia, la introspección del
propio pensamiento: el funcionamiento de la conciencia es la única certeza.
Las matemáticas se convirtieron
en formas mentales que no provenían de estímulos exteriores, son comunes a
todos los hombres gracias a una estructura mental compartida. Las matemáticas
permitieron “elegir como último punto de referencia el modelo de la mente
humana, la cual manifiesta la realidad y certeza en un entramado de fórmulas
matemáticas que son sus propios productos. Aquí la famosa reductio scientiae ad
mathematicam permite reemplazar lo que se da sensualmente por un sistema de
ecuaciones matemáticas en el que todas las relaciones reales se disuelven en
lógicas relaciones entre símbolos hechos por el hombre. Dicho reemplazo permite
a la ciencia moderna cumplir su «tarea de producir» los fenómenos y objetos que
desea observar” (Arendt, pág. 310)
La geometría en la que se basaba
la perspectiva renacentista surge de la percepción sensorial, de las
apariencias. La racionalidad aumentó
cuando se sometió al álgebra, basada en símbolos matemáticos. Con el ordenador
el nivel de abstracción matemática es mayor, proporcionando sin embargo en
muchos casos una apariencia de realidad que nada tiene que ver con ella, se
trata de un simulacro. “De hecho, la simulación reside en la capacidad que esconde la estructura para manipular los
puntos espacio-temporales y transformarlos en figuras, cosas o acontecimientos
virtuales. La movilidad, los desplazamientos se hallan en la base de la nueva ars simulatoria“ (Marchan pág. 45).
A continuación se propone una
nueva colocación de los elementos básicos de la proyección en relación a la
actual RV. El mundo virtual sustituye al objeto real, la pantalla del ordenador
es el plano de proyección y la cámara el punto de proyección u observador (Imagen
97).
Realidad mente = nueva realidad plano punto
de proyección
Imagen 97
La
perspectiva renacentista supuso el primer intento racional de espacio de
ilusión, que podríamos considerar como un primer grado de inmersión, donde el
plano de proyección es el propio lienzo. Aparece la ventana albertiana.
Posteriormente, con las tecnologías audiovisuales surge
el movimiento (y el sonido) en el plano de proyección, un segundo grado
de inmersión. Con la tecnología informática, al movimiento y sonido se suma la
interactividad del usuario, la ventana albertiana se mantiene en la pantalla
del ordenador. Este sería un tercer grado de inmersión. Por último gracias a
los dispositivos de amplificación sensorial (gafas, guantes, cascos…) se
consigue un cuarto grado donde desaparece la ventana albertiana y el punto
de proyección coincide con la nueva realidad. Estás en la nueva realidad y
carece de sentido hablar de plano de proyección.
En la RV
el sujeto no mira al objeto real, la realidad que percibe se asemeja a
ésta, pero sin embargo se trata de un simulacro. Simulacro facilitado por la perspectiva, como herramienta relacionada con
la percepción fisiológica del espacio. No es de extrañar este nuevo interés en
el siglo XXI por la “olvidada” perspectiva, ya que se trata de una herramienta
apropiada para unir una falsa realidad al cuerpo.
El lenguaje utilizado por el
ordenador es un lenguaje de signos matemáticos creados por el hombre.
Continuando la transformación cartesiana (la matemática como medio de acceso o
creadora de la realidad), la RV encarna el poder creativo de las matemáticas (similar
a como la ciencia se dota de una realidad bajo control en el experimento). La
mente humana se materializa en espacio.
Como hemos visto el nacimiento de la
perspectiva está relacionado con un cambio de actitud frente al mundo terrenal.
Se puede representar la realidad por medio de la tecnología adecuada como
garante de veracidad. La transformación cartesiana supone otro cambio de
actitud, la realidad es incognoscible, sólo puedo representar el juego
simbólico de la mente. Parece que las nuevas tecnologías renuncian
definitivamente a representar la realidad, pero a diferencia de la concepción
cartesiana, donde la subjetividad es la única forma de aprensión del mundo,
ahora se afirma una realidad paralela,
limitada pero de veracidad amplificada, que proporciona una seductora huida de
la duda cartesiana.
“La racionalización, en
términos informáticos, ha superado con creces a la geometría del S.XV y las
teorías proyectivas subsiguientes han sido aritmetizadas en términos de
lenguaje binario. La homogeneidad del signo digital se ha ampliado incorporando
sonido, texto y otras formas de medios de comunicación para producir un espacio
y un tiempo homogéneo y multimediático y, finalmente, lo que podemos
llamar la Revolución Digital de finales de nuestro S.XX, nos ha entregado
un sistema y unos dispositivos tecnológicos que son metáfora, no ya de nuestro
universo, sino de nuestro cerebro, sea el individual o el global” (Calderón).
Para
terminar este apartado se pasa a explicar el proceso de creación de una escena
3D, como nueva tecnología procedente de la perspectiva lineal, ambas creadoras
de mundos de ilusión. En la disciplina arqueológica se están utilizando
cada vez con más frecuencia tecnologías de Computación gráfica, tanto para la
investigación como para la difusión arqueológica. En la investigación, una vez
creado el modelo tridimensional se podrá manipular y utilizar para la
confirmación o refutación de una hipótesis. En la difusión arqueológica la fase
fotorrealística y de posproducción serán de mayor importancia.