Imagen 1 Tríptico de la Anunciación, 1425-1430
En este ejemplo, Tríptico de la Anunciación (Imagen 1),
Campin sitúa a los personajes en un espacio
en perspectiva, pero además abre puertas y ventanas que unen interior y
exterior. Ambos, continúan hasta la mirada del espectador: se abre una ventana
al mundo.
Los factores anteriormente
citados, produjeron una serie de cambios en la representación pictórica. Esta
se vuelve mucho más realista, y el uso de la óptica como instrumento de trabajo
que facilita la proyección de la realidad se generaliza.
Estos cambios podemos resumirlos
en los siguientes puntos.
1)
Realismo y alegoría
Así como en la Edad Media la
forma de representar era alegórica y dotada de sentido en función de una idea,
generalmente religiosa, surge ahora la nueva representación realista donde los
objetos, personajes y paisajes se representan por sí mismos. Tienen autonomía.
Alegoría y realismo comienzan a
convivir “La revolución que está teniendo lugar consiste
en establecer la solidaridad entre representación y visión. (…) En lo sucesivo
cambia no solo el contenido o el estilo de la imagen, sino incluso su propio
estatus: ante todo la pintura ya no debe transmitir un sentido ni mostrar una
actitud, sino que muestra lo que se ve, se convierte en un arte de la visión.” (Todorov
pág. 86)
El simbolismo no se pierde con la
nueva forma realista de representar, ya que los contemporáneos conocen
perfectamente las convenciones culturales,
pero ya no obliga a representar de una manera concreta. “Ver y
comprender van juntos” (Todorov pág. 93).
Imagen 2 La
Virgen de la pantalla de mimbre 1430
En la obra de Campin se aprecia
la humanización de lo divino, por ejemplo, en La Virgen de la pantalla de
mimbre (Imagen 2), la aureola tradicional de la virgen es sustituida por
una pantalla de mimbre que cumple una doble función: la real de proteger la
chimenea y la simbólica, se trata de un
símbolo disfrazado.
De igual manera, otros personajes
sagrados comienzan a representarse de forma más humanizada, Jesús aparece como
un hombre que sufre, muy distinta de la imagen anterior del Jesús triunfante y
las representaciones de San José se generalizan. Además, en las pinturas se
observa una interrelación de personajes divinos y humanos.
1)
El tiempo y la luz realistas
La nueva representación realista
ya no es atemporal. Los ciclos temporales se ven representados.
Surgen escenas estacionales y
también diarias ubicadas en tiempos concretos y reconocibles. Aparecen por ejemplo
las primeras representaciones nocturnas como el Cristo en el huerto de Getsemaní de Paul de Limbourg.
La representación realista de la
ubicación solar y la representación concreta de la luz dan lugar a que comiencen a pintarse sombras y reflejos
que muestran instantes temporales. La situación de las sombras nos permiten
incluso diferenciar las distintas horas del día.
El tiempo no sólo se representa
con los juegos de luz o los paisajes estacionales, sino que también se aprecia
en las características físicas de los personajes, ahora podemos ver por ejemplo a jóvenes,
viejos o individuos quemados por el sol. Tienen características individuales
asociadas a un paso del tiempo determinado.
Ya no son atemporales esencias.
Lo inmóvil esta fuera del tiempo, mientras que
el movimiento y el gesto captado en una instantánea están dentro de él.
Según Todorov esta nueva representación temporal está
ligada a la filosofía de Nicolas de Cusa “Como había señalado Nicolás de Cusa,
las esencias y Dios habitan la eternidad; los individuos existen en el tiempo.
Así pues, los pintores de comienzos del siglo XV se dedicaran a representar el
paso del tiempo” (Todorov, pág. 86)
Una vez descubierta esta manera
realista de representar ya se puede transgredir, cosa que harán los pintores
posteriores al maestro Campin: Jan van Eyck y Rogier van der Weyden.
Se puede observar esta evolución en
las vírgenes de Jan van Eyck que dejan de ser humanas y tampoco están situadas
en un espacio mundano. El espacio exterior ya no se ve: solo entra la luz. El
mundo sagrado y profano se han separado de nuevo.
En Rogier van der Weyden el
realismo desaparece a favor de la expresión y en detrimento de la similitud
como se aprecia en sus rostros, en la deformación de los cuerpos y en los
colores, que se exageran a favor de exigencias estéticas y religiosas. De nuevo
emergen figuras cercanas a las esencias y abstracciones medievales. No se trata
de personas reales y sus cuerpos no
proyectan sombra, solo que ahora de forma deliberada como opción expresiva del
artista, una vez superada la representación realista.
2)
Evolución de la perspectiva
Los espacios representados en
perspectiva evolucionan desde los primeros intentos, en donde sucede una
yuxtaposición de objetos y personajes realistas que no están del todo
integrados en el espacio, hasta la integración de estos y su unificación con el
mismo.
La trayectoria pictórica de
Campin ilustra perfectamente esta evolución.
La imagen de la Natividad (imagen
3) presenta aún una yuxtaposición de objetos y personajes. En el tríptico de la
Anunciación (Imagen 1) los elementos
particulares empiezan a estar integrados en un espacio y por último en Santa Barbara (Imagen 4) nos muestra un
espacio unificado, se trata de una escena que podríamos ver delante de nuestros
ojos. “Esta evolución significa que Campin va humanizando progresivamente no
solo lo que se ve, sino también la manera como se ve.” (Todorov, pág. 127).
Imagen
3 La Natividad 1420
Imagen
4 Santa Bárbara 1438
Campin fue el maestro de otros
dos grandes pintores: Van Eyck y Rogier
van der Weyden.
En la perspectiva espacial de Van
Eyck se tiene la sensación de un espacio
individualizado, donde el espectador
observa la escena desde un lugar concreto, aunque todavía no se utiliza un
único punto de fuga. Las imágenes de Van Eyck muestran un mundo fuera del
tiempo, que se consigue a través de la perspectiva, la luz y de la minuciosidad
con que están pintados los elementos del cuadro. La ilusión de ventana que se
abre al mundo aumenta con él ya que los objetos no aparecen enteros, como en
Campin, ahora se muestran cortados y el espectador los continua con la mente
hacia un espacio infinito, como se puede
apreciar en la Virgen de Lucca
(Imagen 5).
Imagen 5 La Virgen de
Lucca 1435-40
A diferencia de las pinturas de
Van Eyck, el espacio que muestra Rogier van der Weyden en sus cuadros no
aparece como una ventana abierta al
mundo. El artista sabe cómo pintarla pero le interesa más la doctrina que la
verosimilitud visual. Los marcos
pintados que cierran la imagen contribuyen a recordar que tenemos ante los ojos
no un fragmento del mundo existente, una ventana, sino una imagen construida por el pintor.
Se trata del pintor que mejor
representa el dogma cristiano, unificando el realismo, la belleza y la
ideología. “(…) Rogier asume una posición mucho más acorde con el orden
imperante que la de sus grandes
predecesores, que desbaratan la jerarquía existente al afirmar la dignidad de los
humildes (Campin) o al neutralizar toda doctrina y toda representación en
beneficio de la contemplación (Van Eyck)”. (Todorov pág. 178).
En la obra de Roger el naturalismo se aprecia
en los detalles pero no en la composición general. El pintor nos muestra un
espacio nada realista en el cuadro Los siete sacramentos y la total
desaparición de la profundidad a favor de un fondo plano en el cuadro El Calvario (El Escorial).
En la pintura Los siete sacramentos (Imagen 6) Rogier
incorpora a los siete ritos cristianos de forma simultánea en un mismo cuadro,
en el interior de una iglesia gótica. De esta manera muestra una imagen menos
realista que intensifica sin embargo su carácter sagrado. El tamaño de los
personajes no se adapta a la perspectiva, al ojo del observador, sino a la importancia simbólica de éstos.
Rogier van der Weyden manipula la representación realista a favor de la
ideología cristiana, pero a diferencia del arte medieval anterior el valor
simbólico convive con los nuevos conocimientos que los pintores han adquirido
para representar el espacio.
Imagen 6 Tríptico los
siete sacramentos 1445-1450
En la pintura El Calvario (Imagen 7) el autor
prescinde del fondo a favor de la expresión y de la belleza en detrimento de la
verdad. El espacio tratado de forma teatral amplifica los gestos, emociones, estados de ánimo y el movimiento
corporal de los personajes, todo ello con una finalidad de espiritualidad
religiosa.
Imagen 7 El Calvario de El Escorial
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