domingo, 13 de diciembre de 2015

2) Renacimiento en los países del norte de Europa

Renacimiento en los países del norte de Europa

En este momento nos volcaremos en el análisis de la corriente renacentista flamenca que tuvo un desarrollo simultáneo al Renacimiento italiano.

A principios del S XV en el Norte de Europa son varios los factores que facilitan la utilización de la óptica como instrumento en el proceso artístico.

El primer factor a tener en cuenta es la principal clientela que disponía el artista flamenco. Existían por un lado instituciones que contaba con mayores convenciones ideológicas y artísticas y por otro los reyes, príncipes y nobles que permitían una mayor libertad de creación e innovación en sus obras. Estas estaban destinadas al uso privado y apoyaban  las novedades frente a los encargos institucionales.

Son claro ejemplo los manuscritos: la práctica de la iluminación se consideraba tan prestigiosa como la pintura.  Generalmente el cliente se trataba de un cortesano que  destinaba el libro a su disfrute particular. Este formato favoreció la creatividad y la novedad, gracias a los numerosos encargos y gusto personal de los cortesanos.

 Como ejemplo de importantes artistas que trabajan para una Corte encontramos a Paul de Limbourg y a Jan Van Eyck. Trabajando de forma independiente, por medio de encargos ciudadanos, tenemos a Robert Campin y Rogier van der Weyden.

El segundo factor se encuentra en los talleres de manuscritos. Estas obras se desarrollaban en talleres comunitarios de forma que la transmisión de información era constante entre los diversos artistas y artesanos.

Además, había obras que pasaban de un taller a otro como por ejemplo el libro de horas de  Tres belles Heures del duque de Berry, cuya realización duró 60 años: lo comenzó  Jean d`Orleans, continuaron  los hermanos Limbourg , Van Eyck y finalizó en un último taller de iluminadores.

Este traspaso que se realizaba entre talleres favoreció  la comunicación entre los artistas y la confluencia de distintas tradiciones locales y nacionales.

Como  último factor se encuentra el propio artista. Éste ha ganado importancia, tanto por la aparición de la firma en los cuadros como por su autorretrato.

Sin embargo el valor fundamental viene dado por el aporte de subjetividad en contraposición al punto de vista objetivo de la Edad Media. Este nuevo punto de vista supone poner en práctica la perspectiva. Una ventana a través de la cual el pintor ve y enseña el mundo. “A partir de ahí la subjetividad individual se introduce en el principio de construcción de la imagen: el espacio representado ya no es absoluto y divino, y en consecuencia no hay estructura inmutable ni centro único. En adelante se acepta que el espacio es ilimitado, como dice Nicolas de Cusa. Su centro, que ha pasado a ser móvil, coincide con la posición de cada hombre concreto, observador potencial del mundo del cuadro” (Todorov , pág. 99). 


 La utilización de la óptica pudo favorecer esta nueva forma de mirar ya que proporcionaba una imagen proyectada en perspectiva.

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